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Don Pedro Alcántara de Ygareda y Balbás, nació en Santibáñez, el 19 de octubre de 1820. Sus padres fueron Francisco Antonio de Ygareda y María Vicenta Balbás, originarios de Pesués y Mazcuerras respectivamente. Pedro murió en Cádiz el 6 de Marzo de 1883.

Siendo un muchacho, Pedro emigró a Cádiz, fue un jándalo, al igual que su hermana Petra, como tantos montañeses de la época. Ambos hermanos hicieron fortuna dedicándose al comercio de vino en Cádiz. En 1882, don Pedro, que no tuvo descendencia, firmó su testamento, en el que nombró heredera a su hermana Doña Petra, quien al momento de su muerte, tampoco tenía descendencia. Al año de la muerte de Petra, en 1888, se puso en marcha, por parte de sus albaceas, la “Fundación Pedro de Alcántara Ygareda y Balbás”, para gestionar el legado que los dos hermanos habían donado a su pueblo natal.

Los deseos de don Pedro Ygareda consistían en dotar a la villa de Cabezón de la Sal y a sus localidades limítrofes de varios centros escolares, una escuela de comercio, un asilo de ancianos y una plaza de abastos, e insistió en la necesidad de una formación de calidad con criterios morales católicos: deja para todo ello una gran dotación económica. Entre otras, dejó 200.000 reales destinados a la creación de un asilo, y otros tantos para crear escuelas católicas gratuitas, una para niños y otra para niñas, que fueran naturales de Santibáñez y Carrejo. Estas escuelas deberían construirse en el mejor término de la parroquia, pudiendo unirse a estas la antigua que ya existía. La de niños se dotaba con 12 reales diarios y la de niñas con 8, pudiendo estar ambas en el mismo edificio, aunque separadas. (Es interesante destacar que se siguió el método de enseñanza del pedagogo Federico Fröebel, lo que nos indica la apuesta de la fundación por una propuesta pedagógica moderna para la época, aún dentro de la mentalidad clásica que les caracterizaba). Es importante destacar que, a pesar de que había una dotación económica para hacer una plaza de abastos entre los objetivos de la Fundación, por la imposibilidad de llevarse a cabo por parte del ayuntamiento, se decidió prescindir de esta parte en los fines de la misma.

Su patrimonio donado se repartió entre Jerez de la Frontera, Cádiz, Cabezón de la Sal, Santibáñez, Carrejo, Roiz y Pesués.

Entre los edificios más significativos de este legado de los jándalos a nuestro municipio están: el antiguo colegio, ahora Casa Consistorial, el colegio Sagrado Corazón, la residencia de La Sagrada Familia, y la Escuela Taller.